Nuestro Alcalde, ¿una clara imagen entre el Dr. Jekyll & Mr. Hyde?

La naturaleza humana de nuestro actual alcalde, sea la que sea en su conjunto, consta de un rasgo esencial que le define y en el que vive inmerso... “el permanente conflicto entre el bien y el mal que habitan en su interior”.

Esa dualidad encarna el conflicto fundamental de su ser. Para profesionales del psicoanálisis este problema sería un trastorno de la personalidad múltiple o un trastorno de identidad disociativa, para mí que no soy médico pero soy ya bastante viejo, creo que no es más que “una mala persona” (¡que no es poco!).

Pues bien, esa dualidad conflictiva, socialmente tan marcada, anida en el corazón de todos los seres humanos, en mayor o menor medida. Como se plasmo en la obra de Stevenson “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, Hyde representa el mal absoluto que Jekyll lleva dentro, y que aflora cada vez que la válvula de seguridad que lo contiene dentro de él se relaja. En el caso de nuestro alcalde, la válvula de seguridad que contiene su ira parece estar permanentemente desajustada, solo cerrada en procesiones y actos varios, donde por lo general siempre suele haber una o varias cámaras haciéndole fotos.

Me contaban fuentes bastante fiables dentro del Ayuntamiento, que en Comisiones Informativas y Plenos, ofrece su cara más salvaje con los vecinos y con los políticos de la oposición cuando no comparten su forma de gobernar. En esos momentos “nuestro alcalde” se comporta como un antropoide, es decir, un ancestro del hombre sin evolucionar, sin progresar, sin mejorar, en un estadio de anomia y bestialidad, el estado de naturaleza que Hobbes describía en uno de sus libros como: poor, solitary, nasty and brutish. Supongo que después de dar golpes encima de la mesa, de hablar de lo machote que es, o después de gritar y menospreciar a los que no le bailan el agua como lacayos, espero y desearía que se sintiera culpable de no haber mantenido a buen recaudo a la fiera que alberga en su interior, de no haber preservado la identidad que quiere aparentar frente a la realidad de la persona que es.

Creo firmemente que el mal esta en el origen mismo de la condición humana como especie y reside latente en cada individuo, como parte imprescindible de él y condición explicativa de su naturaleza dual. Entre el yo civilizado y la fiera ancestral hay esa válvula de seguridad de la que antes hablábamos, y que a nuestro alcalde tras tomar posesión del cargo, parece que se le ha desajustado con las lamentables consecuencias que hemos visto en los periódicos en las ultimas fechas.

Me pareció un acto vil y cobarde, no típico de un “machote” (como el mismo se autodenomina), el lanzar a la prensa noticias en las que acusa a los “pobres concejales de la oposición” de llevarse 240€ por un pleno que el mismo convoca junto con otros dos más ese mismo mes. Sobre todo si es cierto, lo que dice “el boletín” que los socialistas han tirado esta semana a la calle, donde dice que usted le cuesta al Ayuntamiento 14.000€ más que el anterior alcalde. Parece una ironía de la vida que quién casi triplica los sueldos de sus concejales liberados, con respecto a lo que ganaban los anteriores ediles socialistas en la pasada legislatura, se asuste y quiera hacer demagogia con el tema. ¿Por cierto, cuanto ganaron de media cada uno de los concejales del PP en el mes de octubre tras no devolver el dinero de los otros dos plenos de ese mes?

También me parece triste filtrar notas de prensa en periódicos de tirada regional aireando trapos sucios sobre el anterior alcalde solo para que la gente hable, ¡que bien se tiene usted aprendido eso de: Miente, difama, calumnia, que siempre algo queda... porque no hay nada más negro que la sombra de la duda”!. Si me acepta un consejo Sr. Alcalde, aprenda de su antecesor en el cargo, porque sin conocerlo mucho, me pareció “una buena persona”, mucho más de lo que puedo decir de usted.

Para terminar le diré, que usted que proviene de una clase media acomodada, como buen y recto burgués, acata de puertas para fuera una estricta moralidad, como buen heredero del puritanismo más rancio de décadas anteriores. No le importa que el otro “yo” de su personalidad muestre a las claras los rasgos de su perversión, que refleje en su rostro la depravación moral, siempre que este vigilado, a buen recaudo y oculto bajo la mesa de su despacho o en notas de prensa sin firmar. La imagen que la sociedad busca en el espejo debe ser amable. La odiosa puede ser tan repugnante como quiera y, probablemente, reflejar la verdadera naturaleza del imaginado. Es indiferente siempre que esté oculta. ¿No opina usted eso Sr. Alcalde?