D. JOSÉ MARÍA O LA FUERZA DEL SINO

“El sino es una fuerza ciega que se va apoyando en azares sin sentido”.


El destino jugo una mala pasada al municipio de Santomera cuando hace poco más de dos años alzo al poder a D. José María Sánchez Artés. Pocos nos podíamos esperar que en un pueblo donde siempre se había tenido grandes alcaldes, de repente irrumpiría en la política municipal un pequeño-gran dictador aupado por la tendencia “derechona” que invade ya casi cada rincón de la Región de Murcia.

Él se hizo el propietario o vocero de los desencantados, de los resentidos con el anterior gobierno local, con el PSOE a nivel regional y sobre todo con Zapatero. Canalizó el resentimiento social. En eso estuvo la clave. Comenzó a hablar como el resentido social y eso atrae, porque esa emocionalidad lleva al escenario más peligroso. No permite que la gente piense, que actúe con la razón, sino que actúe con la emoción y con el resentimiento.

Las herramientas que utilizo D. José María fueron la mentira y el engaño, pues la mentira, para un autócrata, oligarca y burgués, es un valor, es un principio. Para un “derechón” de este estilo, decir la verdad es para los revolucionarios. En nuestra intoxicación democrática, él nos hizo caer en la trampa cazabobos, pues si había algo que nos caracterizaba en Santomera, era creer que lo que pasaba fuera de nuestras fronteras no era problema nuestro y a nosotros nunca nos iba a pasar, pero nos paso... al burro le sonó la flauta y gobernó en Santomera.

Cuando inició su gobierno, su enredada pronunciación y las frases disparatadas y fuera de lugar que empleaba en público se convirtieron pronto en materia de chistes de circulación municipal y regional. Pero no debemos engañarnos. Nuestro alcalde puede tener graves vacíos intelectuales y de información, pero ha sido sagaz y lo ha demostrado rodeándose de hombres y mujeres poco inteligentes pero despiadados.

Posee una Junta de gobierno para el solito, donde nadie le cuestiona ni le dice nada, para que haga y deshaga, pero no se conforma con eso, además se ha adjudicado en el pleno municipal poderes especiales, para mandar con ganas. Así las locuras que se le ocurren por la noche, al otro día son decretos de alcaldía y el pueblo, del que tanto habla, pasa debajo de la mesa. Todo lo que le guste al “paladín del trinquete”, allí tendrá acogida y lo que no le guste, ni siquiera será materia de discusión.

Quedan menos de dos años para las elecciones y debemos empezar a reflexionar sobre que decisión tendremos que tomar: o seguimos nuevamente a un farsante o nos convertimos en personas serias, porque aquí no se trata de seguir a una persona con una sola idea en la cabeza sino construir un modelo de pueblo democrático sustentado en los sistemas de libertad.