"Muy pocos osaban cuestionar las políticas de nuestros gobernantes de entonces —que son los de ahora y, por increíble que parezca, también los del futuro— que cumplieron, a pies juntillas, el primer mandamiento de la ley de Aznar: id y urbanizadlo todo"
JESÚS GALINDO Leo, en dos portadas de dos periódicos, dos titulares. Uno dice: «La Comunidad Autónoma está en quiebra; las clínicas, los hospitales privados y las empresas sanitarias estallan por la deuda de 33 millones de la Administración. Valcárcel asegura que 'cierra la caja por prudencia´». El otro: «El PP abre su convención con la promesa de bajar impuestos». Busco, inútilmente, coherencia en ambas noticias protagonizadas por políticos del mismo partido. ¿Es prudente anunciar que la principal medida ´agitadora´ de la economía es una caída de ingresos justo cuando urge buscarlos para afrontar unas deudas que atenazan a buena parte de los agentes económicos, como esos proveedores que necesitan cobrar para seguir vivos? ¿Nadie ha estudiado lo ocurrido en USA, afectada por el mayor déficit presupuestario de su historia debido a una medida similar de Bush?
Aumenta mi perplejidad leer otra noticia, también protagonizada por peperos: «La Comunidad de Madrid pide que se penalice a Murcia como una de las Comunidades que han incumplido los objetivos del control de déficit y de estabilidad presupuestaria».
En este contexto, rechina aún más esta noticia: «La carretera de acceso [al Aeropuerto de Corvera] inaugurada por Valcárcel y Cámara, lista para dar la bienvenida a 30.000 coches al día [aunque] no estará en uso hasta que no empiece a funcionar el aeródromo». Y esta otra: «Las obras de la Paramount empezarán antes de fin de año. Cruz dice que en junio se comenzará a buscar patrocinadores, aunque ya ha habido contactos». Lo leído me induce a buscar otro periódico de hace unos días en el que había visto una foto que ´recreaba´ el interior del futuro parque temático —¿por qué lo llaman Paramount si la major cinematográfica no pone ni un euro, aunque sí el cazo por dejar que se utilice su nombre?—, junto a la que se podía leer que lo que es la ´gran esperanza blanca´ para el resurgimiento de la Región tendrá «una superficie equivalente a cien campos de fútbol y contará con cuatro grandes hoteles». Doy con el periódico viejo, veo la foto, que ocupa más de la mitad de su portada y, en páginas interiores, leo que ´los empresarios´ —supongo que este término genérico incluye a ´los proveedores´ citados más arriba, esos que acusan, también genéricamente, a los ´políticos´ de ´no dar la talla´— «esperan el efecto combinado Parque-Aeropuerto» para iniciar la recuperación. La información no dice si van a encargar novenas para que la esperanza no se frustre.
Todo ello me hace pensar en un conocido dicho que relaciona polvos y lodos, y me lleva a mi archivo en busca de un artículo mío de hace cinco años que hablaba —estaba cerca San Valentín— de amor. Lo encuentro y me quedo con este párrafo: «Para amor, el muy ardoroso que se nos ha despertado por el ladrillo (...). Al que más y al que menos, aunque no tenga solar que vender, los ojos se le hacen chiribitas cuando los que sí lo tenían cuentan la pasta que les han dado por el secarral en el que sólo se criaban lagartijas. (…) Y claro, ese más que amor frenesí (…) nos lleva a considerar chorradas las objeciones que los eternos aguafiestas —ecologistas, urbanistas, hosteleros, técnicos en seguridad, etcétera— plantean al modelo. (…) Preferimos creer a los que aseguran que es el único desarrollo al que podemos aspirar. Y es que el amor, además de ser ciego, ciega».
Perdonen que me autocite pero, por esas fechas, muy pocos osaban cuestionar las políticas de nuestros gobernantes de entonces —que son los de ahora y, a juzgar por las encuestas, y por más increíble que parezca, también los futuros— que cumplieron, a pies juntillas, el primer mandamiento de la ley de Aznar: id y urbanizadlo todo. Tampoco los más expertos economistas mundiales, incluido el que se vendió como padre del presunto milagro económico español de la era Aznar, atinaron. Hace poco, Javier Cuartas publicó en este mismo diario Las dos almas de Rato, y en ese artículo decía: «El FMI reconoce, en una auditoría interna, que bajo Rato fracasó en su misión capital: no supo predecir ni prevenir la más feroz crisis económica internacional en ochenta años (y) pervirtió su papel de guardián del equilibrio económico porque bendijo y santificó las prácticas perniciosas que condujeron al desastre».
A partir de ahí, las cuentas de la lechera y los proyectos faraónicos hicieron el resto. Ahora, parece que solo nos queda la Paramount para combatir la pulmonía que hemos contraído debido a aquel traje nuevo que le vendieron al emperador.
Fuente: La opinión de Murcia
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