Érase que se era, hace tiempo, mucho tiempo…, en un país cercano, muy cercano…, que familiares y amigos de las llamadas “desapariciones forzadas”, a través de diversas Asociaciones, leyeron uno de los muchos pensamientos de Humberto Eco: “La abundancia de información sobre el presente no te permite reflexionar sobre el pasado”, y se empezó una lucha que año tras año, más de treinta, después de la muerte del dictador que inflingió el daño, el Parlamento español aprobó una ley llamada comúnmente “De la memoria histórica”, con los votos en contra de simpatizantes y seguidores de las doctrinas que culminaron con la barbarie que provocó la guerra civil y su posterior represión. Algunos gobernantes de ese momento también habían leído otro pensamiento de Humberto Eco: “Si pierdes hoy la memoria, ya no hay alma, eres una bestia”.
Un juez justo, a petición de unos conciudadanos que habían denunciado reiteradamente la marginación y olvido en el que se encontraban familiares y amigos, desaparecidos durante el enfrentamiento armado provocado por un militar traidor a la bandera que juró defender, “admitió a trámite” una investigación para desentrañar lo que ocurrió realmente y dónde se encontraban los familiares desaparecidos.
Pero el problema era la aplicación de la ley y el desarrollo de sus normas. Personas dignas de toda confianza e imparciales decían: “Más allá de los actos de homenaje y reparación moral, es tiempo de rehabilitar los derechos de las víctimas. Los familiares de quienes fueron objeto de desaparición forzada no pueden continuar viendo postergado su derecho a saber. Ni el paso del tiempo ni actos políticos de perdón u olvido cancelan la responsabilidad del Estado hacia las víctimas de crímenes atroces como la desaparición forzada”, Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional en España.
Las asociaciones de víctimas desaparecidas se enfrentan a las autoridades y les reclaman respuestas de la deuda pendiente con familiares conforme a las normas internacionales de derechos humanos. Las desapariciones forzadas, como reafirma en su Auto el Juez Baltasar Garzón Rey, son un crimen contra el derecho internacional respecto al cual España tiene obligaciones en materia de verdad, justicia y reparación.
El juez Baltasar Garzón Rey, juez de instrucción de la Audiencia Nacional, que ha investigado abusos cometidos por gobiernos militares latinoamericanos y en el centro de detención estadounidense de Guantánamo, el 16 de octubre de 2008, emite una decisión clave por la que se declara competente e inicia una investigación penal sobre las denuncias presentadas por familiares de víctimas por presuntos delitos de desaparición forzada que constituían crímenes de lesa humanidad cometidos durante la Guerra Civil española (1936-1939) y el gobierno de Francisco Franco (1939-1975).
Pero, muy oportunamente, las querellas se presentan cuando el juez Luciano Varela se podía encargar de las mismas. Un compañero, magistrado, contrario a las tesis de Baltasar Garzón e irreconciliable enemigo del mismo. Claro, su “visión e interpretación de las querellas contra el juez Baltasar Garzón es muy favorable” y expone, sin ningún pudor, “que la investigación de las desapariciones y presuntos crímenes del franquismo incurre en prevaricación al no tener en cuenta la Ley de Amnistía de 1977 y considerar probable la existencia de delitos en las desapariciones no probadas”. Además ayudó a rectificar las demandas a dos de las asociaciones para que el encausamiento fuese más “adecuado”.
Baltasar Garzón se enfrenta a veinte años de inhabilitación y el “presidente trajeado” de una de las Comunidades Autónomas de nuestro país y procesado judicialmente por corrupción, prevaricación y falsedad documental, perteneciente al mayoritario partido de la oposición, vergonzosa, pero oposición al fin y al cabo, dice con sorna, risita de asco (la que tiene generalmente) y gran satisfacción: “Ya hemos cobrado dos piezas (refiriéndose al ministro Bermejo y al juez Baltasar Garzón)”. Y me pregunto, ¿pertenece usted, señor presidente, a alguna de las organizaciones o partido político que ha presentado la querella penal contra el juez Garzón? ¿No? Pues, entonces, ¿me quiere explicar su alegría y la primera persona del plural que emplea en sus frases? Si, será eso. Un desliz de vocabulario.
Analicemos con la meticulosidad que nos permite las pocas noticias que son importantes del proceso contra Garzón. Nos damos cuenta enseguida que los tiempos en los que se genera la causa, coinciden con los datos y más datos que se recaban sobre el caso “Correa” (nunca entenderé por qué lo dicen en alemán: Gürtel, cinturón en alemán = Correa, español), ese señor al que conocimos todos en la “imitadorabodacuasireal” (fue su organizador desde un Ayuntamiento y “testigo” de la misma) de su amigo del alma, el señor Agag, yerno del segundo presidente de honor del partido al que pertenece el señor de los trajes y habitual desprestigiador oficial de España. El caso estaba en plena investigación y cada día nos sorprendíamos más con las nuevas sirvengozonerías que se iban sabiendo. ¡Qué casualidad! ¡El instructor de dicha trama de inmensa corrupción era el juez Baltasar Garzón! Hasta rima y todo.
Me lo estoy temiendo. Me temo que los usuarios de trajes, bolsos, regalos de navidad… minucias, que no son nada más que la punta del iceberg (el hielo bajo el agua contiene las corrupciones, falsas facturas, connivencia con el cabecilla del caso, financiación ilegal, etc., etc., y están fuera de los comentarios generales) quedarán impunes.
Como siempre. ¡Como lo saben hacer muy bien…! Pues, eso, que lo hagan con la libertad de haber desterrado a uno de los jueces que más ha trabajado por la democracia y la Constitución en las que no creen. Un detalle: ¿Sabían que el segundo presidente de honor del principal partido de la oposición no era “entusiasta” de la Constitución Española cuando era diputado de a pié? Curioso. Su “peculiar” forma de entender la democracia quizás le valió tener amigotes importantes y, repito, con irritante frecuencia pone en evidencia a España y su Gobierno en el extranjero siempre que puede y sabe decirlo en otro idioma. Debería recordar que por él y en su defensa, el actual Presidente de nuestro país se enfrentó, en una importante reunión de Jefes de Estado y Gobierno, a uno de ellos con acritud.
Juez Baltasar Garzón Rey, no nos conocemos, algo que lamento. Pero cuando vuelva es probable que le solicite que añada a la larga lista de desaparecidos y no recuperados, a mi tío Joaquín Ruiz Baeza, que dio su vida por una causa justa en la maldita guerra civil de aquel señor bajito y con bigote, en el submarino C-3 que todavía se encuentra hundido en la bahía de Málaga. Quizás algún día. Como sé que es justo y recto atenderá mi solicitud.
Tenga en cuenta que probablemente, solo probablemente, la Justicia, esa señora seria, con una balanza y los ojos vendados, los tiene así para no ver los horrores, las barbaridades, los anacronismos, las sinvergonzonerías, para no ver a los especuladores y aprovechados, para no ver las risitas de los poderosos que “gestionan” estas locuras, los desalmados de almas y, por último, para no llegar al infinito, para no ver la falta de inteligencia que tenemos los humanos. A pesar de todo esto, siempre solicitaremos a la Sra. Justicia, que queremos su existencia, queremos que nos ayude a vivir sin aquellos que la pisotean, queremos que, aunque ya sabemos que es duro, se quite la venda y que cuando se la quite no se asuste y nos abandone.
“Disminuir mucho la memoria es disminuir mucho el alma”
Humberto Eco
No hay comentarios:
Publicar un comentario